lunes, 6 de septiembre de 2004

Due cachondi della ostia



Terence Hill y Bud Spencer son burros, cutres, malos actores, hacen humor casposo. Vale, pero ¿y qué? La pareja del barrigudo y su inseparable amigo de cabello oxigenado llevan años triunfando repitiendo el mismo esquema simplón y efectivo: siempre y por alguna razón desconocida, estos dos se acaban encontrando y, a regañadientes, formando equipo para hacer frente a los malvados de turno por un quítame allá esos bofetones. Los malo malotes podían ser cualquier cosa. Desde una panda de vaqueros mal avenidos (Le llamaban Trinidad y sus sucesivas secuelas) hasta un grupo de piratas macarras y locazas (Quien tiene un amigo tiene un tesoro) pasando por toda clase de mafiosos de medio pelo (Dos supersuperesbirros). De esta guisa, el renacuajo espabilado y el gorila de metro noventa se lían a despachar hostias como hogazas de todos los tipos: bofetón con la mano abierta, planchado de oreja a dos manos, capotón de arriba a abajo, capotón de abajo a arriba, molinillos, collejones, sartenazos, requetehostias, y así con toda la variedad de guantazos imaginables repartiendo muchos más que los cuatrocientos golpes de Truffaut. Por otra parte, la pareja mamporrera siempre aderezaba sus pelis de chistes zafios con cuescos y regüeldos con mucho aparato ventoso; y por alguna extraña razón, siempre tomaban judías comidas directamente de la sartén, hasta el punto de rodar una peli haciendo un guiño a las pedorreras legumbres (También los ángeles comen judías, aunque en ésta ocasión fue el tito Bud en solitario). Cosas del séptimo arte, si se me permite la ironía.

La pareja cómica siguió haciendo películas a ritmo socarrón, y quedan para la historia del cine títulos como Y si no nos enfadamos, Dos super-policías, Par-Impar, Estoy con los hipopótamos, Dos super dos, Dos superpolicías en Miami, y otros títulos así de bizarros. Pero ni el tiempo ni las modas pasan en balde, y el humor del palmotazo en la oreja y los efectos de sonido cutres ha quedado atrás. Aunque me sigo riendo como un niño cuando vuelvo a ver una de sus películas.

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