domingo, 24 de septiembre de 2006

¿Dónde c**o está Matt?

Internet depara sorpresas muy curiosas y te acerca a personas que de otra manera te hubiera sido imposible conocer. Permite a gentes anónimas hacer algo especial y darse a conocer en todo el planeta yendo al margen de los mass media y otros canales oficiales que se mueven por la mercadotecnia y el beneficio. Internet es la democracia real y absoluta, nada que ver con la que nos predican por otras vías, y por eso hay que conservar a la red de redes, por encima de intereses privados y políticos que la pretenden acotar, mermar y reducir a su mínima expresión. Pero esa es otra historia, que me estoy desviando.

Decía que Internet te pone en bandeja a personas normales que te pueden llegar a sorprender. Este es el caso de Matt Harding, un tipo que si no fuese por la red de redes, jamás habría tenido la oportunidad de saber de él.

La historia de este hombre se podría resumir en un par de frases. Nació en Connecticut, no tiene ninguna aptitud que le haga especial, es tan "pobre" como lo puede ser cada uno de nosotros. Tiene una vida de lo más normal del mundo. O tenía. Y en cambio es mundialmente famoso para aquellos que usan Internet para algo más que para descargar porno. ¿Por qué?

Porque Matt Harding decidió romper un día con su vida monótona y decidió dilapidar sus escasos ahorros embarcándose en un viaje de más de un año que le llevaría por casi cuarenta países a lo largo de los siete continentes. En una de esas complicidades que solamente ocurren en viajes así, un amigo le dijo que porqué no bailaba en cada lugar que visitaban mientras le grababa. Y así fue como sucedió esto:


(Descarga directa de los vídeos aquí).

Lo naïf de su propuesta no pasó desapercibida y pronto surgieron admiradores (por ejemplo aquí y aquí) y es comprensible porque viendo los lugares tan increíbles en los que marca su bailecito le entran ganas a uno de meter un par de calcetines y algún pantalón en una maleta y salir corriendo hacia el aeropuerto más cercano. Tan sencillo y tan complicado, Matt ha tenido sus 15 minutos de fama. Probablemente no se vuelva a saber de él. Pero iniciativas así son como una bocanada de aire fresco.

Una cosa más para los que estén interesados. La música que acompaña los vídeos es de Deep Forest y la canción se llama Sweet Lullaby, vídeo en el que se basó Matt para grabar sus peripecias.

Para acabar, tan solo decir que Matt y l'homme naïf tienen algo en común. Busca la respuesta debajo de la tapa del yogur.

Proclama

Quiero aprovechar este espacio para afirmar que la tarta de queso de los supermercados Día está que te pasas de buena. He dicho.

sábado, 23 de septiembre de 2006

Cosas de vecinos

Hay cosas más terribles en la vida que tener que aguantar una película casposa de Alex de la Iglesia, pero no mucho más que uno de sus peores filmes se haga realidad. Y es que salvando las distancias con tan nefasto celuloide, las comunidades de vecinos que por aquí rondan no son tan casposas, pero sí más peligrosas, y la principal razón por la que algún día apareceré con dos o tres tiros entre las cejas y una corbata al cuello rematada con cemlento directo al fondo del Manzanares. Cuando el Manzanares vuelva a tener agua, claro.

Los azares del destino han querido que por estas latitudes se establezca una curiosa conexión en torno a una espiral de crimen y delincuencia que han hecho que este barrio, antaño tranquilo y apacible, sea actualmente uno de los principales cónclaves en el mundo que maneja el hampa.

Todo empezó con el negocio de la trata de blancas. La conexión Sudamérica - Europa para la libre entrada de las drogas se estableció en la puerta de al lado. Unos adorables vecinos en apariencia pero que no pudieron ocultar sus verdaderas intenciones. Ella de Venezuela y él de Amsterdam, no podía ser una coincidencia, algo se tramaba tras ese aspecto de matrimonio bien avenido aunque con esos orígenes su negocio estaba claro. Estos vecinos, siempre tranquilos y silenciosos, claramente querían disimular las actividades que se traían entre manos y para ello, nada mejor que establecerse en una tranquila urbanización del extrarradio y no llamar la atención de miradas indeseables utilizando como tapadera unos modales y una convivencia exquisita. Pero uno, que es de natural desconfiado, supo calarles a base de bien. Horarios extraños, trabajos indefinidos, ausencias injustificadas, animales domésticos con sospechosos cargamentos en sus intestinos, visitas de "familiares del extranjero" que van y vienen sin parar, siempre con coches diferentes cada vez. La jugada estaba clara. Todo el comercio sumergido de la droga está en juego una pared más allá de mi propia casa, y nadie parece haberse dado cuenta. Mi vida está constantemente en peligro y si mis adorables vecinos leen este blog, puedo darme por muerto.

Pero no todo acaba aquí. Europa es muy grande y hay que llevar la mercancía más allá de los Cárpatos, donde el mercado centroeuropeo y eurasiático es muy sustancial. Era necesario encontrar el contacto adecuado para tan importante labor. Para ello, hábilmente han contactado con la mafia ucraniana. Tras una humilde y abnegada fachada de mosquita muerta, la encargada de coordinar el trasiego del oro blanco ha sabido disfrazarse de muchacha del hogar para infiltrarse en mi propia casa y así tener una excusa con la que poder venir por aquí regularmente, y de paso, vigilar el vecindario y asegurarse de que nadie sospecha nada. La conexión Sudamérica - Holanda - Centroeuropa a dos pasos de aquí bajo las mismas narices de la policía.

El mercado nacional también tiene su importancia. En un país donde las opciones de ocio se reducen al reggaeton, el fútbol dominical, y el mundo del corazón, la gente necesita echarse a los brazos de las drogas duras. Aquí entran en escena mis vecinos camorristas del otro lado. Expertos en armar movidas a voces y amenazar con sus modales más kinkis para amedrentar a quien haga falta, son grandes conocedores de los bajos fondos, los peores barrios de las grandes urbes nacionales. Barakaldo, Hospitalet, Badalona, Vallekas, Entrevías, La Moraleja... todos estos espantosos suburbios que reúne a lo más granado de lo chungo son terreno acotado de estos sujetos. Él, tras un aspecto apacible, disimula un alma de pelopincho de esos que se compra un todoterreno enorme y lo tunea a muerte. Ella en cambio se la ve venir. Nacida en los peores arrabales, se mueve con soltura en el arte del pequeño delito callejero, y maneja una extensa red de pequeños camellos que dirige con la prestancia de una pequeña capo de la mafia.

Esto es el pequeño mundo que me rodea. Aunque el barrio resulta peligroso, y a veces agobia un poco sentir en la nuca la mira telescópica de algún matón a sueldo, no dejan de ser mis vecinos, a los que quiero tal y como son. Además, le dan un toque picante a la vida, y sin ellos todo sería mucho más aburrido. Ahora si me disculpan, me han invitado a una barbacoa. Pero si ven que tardo muchos días en volver, por favor avisen a la policía. Que ustedes lo pasen bien.

miércoles, 6 de septiembre de 2006

Despedida fresquita

Poco a poco se apaga (afortunadamente) el verano, y con él se van las escasas cosas buenas de la estación, entre ellas las piscinas. Llegado el segundo fin de semana de septiembre, esos lugares donde remojar el culo mientras las lagartijas se quedan patas arribas refritas por el sol van cerrando y despidiéndose hasta el año que viene, que promete ser más tórrido aún, para felicidad de los kioskos de helados y vendedores de refrescos a 3€, los muy ladrones.

Piscina

Pese a que no echaré de menos la visión de las mamás humedeciendo sus lorzas mientras sostienen a sus bebés (que se ríen no porque se lo pasen bien, sino porque se están meando en el agua y los muy hijos de puta lo saben y disfrutan jodiéndote con ello), me despido no sin un poco (muy poco) de morriña.

Por lo demás, a ver si escribo un poco más por aquí, ahora que las meninges van a dejar de sudar.