lunes, 13 de septiembre de 2004

Fantasía



Si un día por la calle te cruzas con un cerdo que pilota hidroaviones, un autobús-gato gigante y con ocho patas, una niña mensajera que además es bruja en sus ratos libres, una anciana encargada de unos baños públicos sólo para dioses, o bien una inmensa fortaleza que surca las nubes como si fuera lo más normal del mundo, tranquilo, la senilidad aún no te ha alcanzado, tan sólo has entrado por la puerta grande en el mundo de los estudios Ghibli.

Para el que haya estado demasiado tiempo desconectado del mundo, los estudios Ghibli es el lugar donde trabaja un japonesillo incansable que responde al nombre de Hayao Miyazaki, culpable de películas geniales como Porco Rosso, Mi vecino Totoro, El viaje de Chihiro, Niki aprendiz de bruja, Nausicaa el valle del viento, La tumba de las luciérnagas, La princesa Mononoke, o Laputa el castillo en el cielo. Es anime de historias sencillas, dibujo naíf y personajes peculiares; donde a menudo no hay ni principio ni final y la película es sólo una trama inocente, nada de apocalipsis, ciudades destruidas, planetas que explotan, peleas galácticas, robots gigantes y bombas nucleares sobre Tokio. No y mil veces no. Sólo imaginación.

Desde un piloto de la primera guerra mundial maldito y que vive en la Italia de la post-guerra hasta un cuento de hadas de dos hermanas con una suerte de duende de los bosques, el abanico de temas es amplio pero siempre con el mismo trasfondo de imaginación tanto en la narración como en el aspecto visual, naiveté, tradición y mitología japonesa, y mensaje ecologista que película tras película acaba siendo marca de la casa.

Si las películas son buenísimas, las bandas sonoras que las acompañan no lo son menos. Lejos de ser meros recopilatorios como ocurre cada vez más en el cine norteamericano, son músicas que acompañan los diferentes tiempos de la película, hechas a medida y que se desmarcan de la banalidad de las composiciones orquestales que se repiten a si mismas en el Hollywood de hoy. Música agradable de escuchar, en suma. Aunque no quería particularizar en un ejemplo concreto, quiero destacar la banda sonora de Porco Rosso, por la nostalgia que emana muy acorde con la peli, y especialmente el tema "Sakuranbo No Minoru Koro". Quand nous chanterons...

Mientras tanto fuera de este mundo queda lo de siempre: aburridos thrillers, cine de acción baratillo, enésimas partes, remakes, adaptaciones. Quien se quede con la fantasía nipona que levante la mano.

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