Pero de todo eso, me quedo con la escena del duelo en Boston en 1783, entre Connor MacLeod y Bassett.
Estoy encantado de conocerme.
No tuve que tomarme esa última copa anoche.
Un MacLeod en un estado lamentable tras una noche de juerga con su colega de borracheras Kastagir (que por cierto, acabaría degollado por Kruger, el malo chungo de la película) tiene una cita por una afrenta cometida durante la fiesta.
Mira a ver si ese imbécil está preparado.
En el otro lado del ring tenemos a Bassett, un noble repipi de la época, asistido por su mayordomo amanerado y lameculos Hotchkiss.
Dios mío, me he quedado ciego.
La cosa pinta mal para el escocés, que apenas se tiene sobre sus pies y a duras penas alcanza a manejar la espada con la que se tendrá que batir.
Y así es como pincho las aceitunas.
Efectivamente, Bassett ensarta una y otra vez a MacLeod, que no nota nada porque, aparte de ser inmortal, parece una esponja empapada de licor.
No se sabe dónde acaba el culo de uno y dónde empieza la lengua del otro.
¡Eh! Eshperaz. ¿Adonde vaish?
Pero ante el asombro de la pareja de estirados, nuestro bravo Connor se levanta como si nada le hubiera pasado, y con su risa de borracho feliz.
Jijijiji....
Al escocés todo parece darle lo mismo; él sigue descojonándose de su rival, que enrojece de furia por momentos.
Oh señor, ¿me permite su mano? ¿Y su culo?
Bassett sigue ensartándolo más y más veces. MacLeod cae sin parar al suelo como si fuese un saco de patatas. El mayordomo insiste en su papel de lameculos insoportable, besando la mano de su amo.
Que pachaaa kolega, no pongas esha cara de sheta...
Lo mejor llega al final. MacLeod, destrozado, rozando el coma etílico, cansado de caerse al suelo y harto de que le perforen su traje, tira la toalla, le ofrece sus excusas y le deja plantado y se retira a dormir la mona.
Ya basta, señor. Se lo suplico. Le pido perdón por haber llamado a su mujer 'fósil cuaternario'. Le deseo muy buenos días.
Con Luis XIV estas cosas no pasaban.
La paciencia da paso al nerviosismo, y del nerviosismo a la exasperación. Este noble de pacotilla, humillado por un pendenciero bebido tiene que pagarlo con alguien.
3, 2, 1...
Bassett le pega un buen tiro en el culo al pobre hombre de Hotchkiss, que se pregunta que qué ha hecho para merecer tan ruin existencia. Para eso están los mayordomos pelotas, claro.
¡Fuego!
Y es que siendo inmortal puedes llegar a reunir unas cuantas anécdotas para contar en las fiestas.
1 comentario:
Acabo de caer. Es la misma cara que se le queda a Bromio cuando bebe demasiado. XDD
Qué grandeeeee.
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