viernes, 24 de agosto de 2007

Por una educación laica de verdad: la diferencia entre estudiar y aprender

Estoy cansado del adoctrinamiento en las aulas. Ojalá algún día lleguemos a ver que en los colegios se imparte una educación laica de verdad, lo cual quiere decir entre otras cosas que:

  • No a la educación religiosa por decreto ley en las escuelas, impartida por la Iglesia. Las cuestiones de fe se quedan en casa de cada uno. Impartir religión en el colegio es indefendible.
  • No más adoctrinamiento de Estado. No a asignaturas del tipo de la educación por la ciudadanía. El querer meter ideologías en las aulas es a la vez una frivolidad, una paja mental y una idea perversa hecha con muy mala intención.
  • No más reinvención de la historia en las aulas nacionalistas. No a la utilización política de los alumnos, no a insuflar odio desde la pizarra. No más mentiras contadas en los colegios. No a la creación de futuras generaciones semianalfabetas, sesgadas, cojas, empapadas de mitomanía nacionalista.

Por una educación laica completa y de verdad, en todos los frentes. Porque al colegio se va a estudiar -humanidades, ciencias, arte- y otras cosas se deben aprender fuera de él.

Hablando de este tema, existe por Internet un libro que se puede descargar libremente (por ejemplo aquí) de un tal Ricardo Moreno Castillo con el provocador nombre de Panfleto Antipedagógico. Recomiendo su lectura, aunque ahí se dicen cosas que chocan mucho con los tiempos que corren (en términos de pedagogía y corrección política), más que nada porque está repleto de honradez y de un sentido común revolucionario por lo cual es posible que a alguno se le atragante.

Aunque recomiendo todo el libro (es cortito y se lee en nada y menos), quiero resaltar un capítulo y un párrafo. El capítulo es "La falacia de la igualdad" y el párrafo forma parte de la introducción:

También se dirige este panfleto a todos los preocupados por lo políticamente correcto, a los que piensan que defender una enseñanza rigurosa, exigente y disciplinada no es de izquierdas. Las cosas son exactamente al revés. Una enseñanza presuntamente lúdica, donde no se inculca el hábito de estudio, se convierte en un aparcamiento para pobres, donde están entretenidos hasta que les llegue la hora de convertirse en mano de obra barata. Para que la igualdad de oportunidades sea real, ha de haber una enseñanza en la que cada uno pueda demostrar su valía, su inteligencia y su capacidad de trabajo. Quien defienda lo contrario está hurtando a los muchachos de origen modesto la única oportunidad que tienen de estudiar en serio y de competir en parecidas condiciones con los que proceden de familias más favorecidas.

Lo dicho, ¡a las barricadas, por una enseñanza laica!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Amen hermano.