Quedan pocos días para diciembre, el mes navideño por excelencia, y con él se nos viene encima un montón de cosas: anochecer a las cinco de la tarde, el frío por las calles que te congela la nariz y las mejillas, luces adornando las calles, escaparates iluminados rebosantes de mercancía que pide a gritos ser comprada fundiendo la tarjeta, adornos navideños, mogollón de gente pululando por las calles, mazapanes y otros dulces, caos circulatorio, villancicos en el hilo musical de las tiendas que te atontan y que te incitan a dejarte el sueldo del mes y el del siguiente, todo sea por una pizca de felicidad envuelta con papel del Corte Inglés... En otras palabras: la mejor época del año, sin duda alguna, y por supuesto mi bro confirmará este extremo, si es que alcanza a soltar su Xbox 360 por un momento para leer este modesto post.
Diciembre también implica la invasión catódica de legiones de anuncios malévolamente diseñados para que te levantes del sillón, y dejando atrás a amigos y familias, te dirijas al centro comercial más cercano echando espuma por la boca para demostrar que eres el más rápido al oeste del río Pecos pasando la Visa por la caja registradora. Aunque la mayoría de ellos son abominables, pocos alcanzan el nivel de glamour-vulgar que exhalan los anuncios de los perfumes. Escenas artificiales de celofán y cristal para promocionar la creación del último diseñador de moda. Desafortunadamente todos o casi todos caen como moscas en el cebo estratégicamente tendido, y pasan a engrosar las hordas de consumidores que asaltan las estanterías de la sección de cosméticos. Formamos una sociedad de fashion victims.
Pero como todo, hay excepciones, y tenemos un anuncio que resiste ahora y siempre al asalto del mal gusto que nos llega desde la factoría Chanel, con su eterno perfume número 5. En este caso, el lujo y la moda van juntos de la mano en la clásica historia de Caperucita Roja encarnada en Estella Warren y que bajo la dirección de Luc Besson protagoniza uno de los mejores momentos televisivo-navideños de estos años.
Caperucita aparece en un mundo irreal de lujo y opulencia a ritmo de una enigmática melodía que bien podría ser la banda sonora de una película de Tim Burton y su compositor fetiche Danny Elfman. La modelo es una muñeca que baila con los brazos extendidos. Parece una niña que corre a abrir sus regalos de Navidad.
El lobo acecha a la joven imprudente sin sospechar que el final del cuento no es como él se lo espera.
Caperucita se gusta entre tanta ostentación y perfume chic. La luz dorada juega con los contrastes pálidos y los labios rojos de la joven.
Hace frío y Caperucita se prepara para salir. Esta vez no será para dar un paseo por el bosque, sino que le espera un lugar mucho más fastuoso, símbolo de la moda y el lujo: París.
El lobo la sigue, agazapado, esperando su ocasión. Caperucita le deja paralizado en su sitio con un sensual susurro y una mirada arrebatadora: no aceptará un 'no' por respuesta.
Caperucita tiene un rendez-vous con la Ciudad Luz. La luz de la Tour Eiffel alumbrará sus huellas en el fino manto de nieve que se extiende ante ella.
El lobo aúlla, impotente y obediente a la vez. Esta vez Caperucita le ha ganado la partida y le da la vuelta al final del cuento, la versión más glamourosa que jamás se haya contado.
Quien fuera lobo.
lunes, 21 de noviembre de 2005
Caperucita, ¡qué piernas tan largas tienes!
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3 comentarios:
Personalmente me gusta más, el nuevo anuncio de Chanel nº5, cuya protagonista es Nicole Kidman. Ese anuncio si que tiene glamour, casi tanto como su protagonista.
Sí, bueno. Por partes, querido, que lo de la vanidad nos encanta...La vanidad puede ser lo más vulgar o lo más elegante del mundo, depende de cómo lo hagas.
Pero ya hablaré de ello en otra parte, porque puede quedar larguísimo.
De todas formas, lo de la gente que corre a comprar colonias porque las anuncian...no sé. Algunas preferimos buscar perfumes que no se anuncian, personalizados e intemporales. ; P
Sobre Stella Warren frente a Nicole. Opino lo mismo que mi compañera. La señorita Warren es guapa, pero el falta elegancia, cualidad de estrella, estilo...Nicole Kidman es mucho mejor imagen de marca, por todas estas razones y alguna más. (Y ahí iría un amplio análisis de targets, marketing, expectativas y demás cosejas publicitarias...)
Pues a mí me ha enantado tu entrada y me encanta el anuncio y la chica, al menos en él, también.
Para los fans férreos de Nicole, normal que les guste más el nuevo anuncio y hablen de glamour y esas cosas, pero a mí esa tía no me gusta nada, y prefiero mil veces este anuncio. El de Nicole no me gustó nada, sólo la tenía a ella, por lo demás, poco original y aburrido.
Saludos.
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