Desierto del Gobi, Mongolia. El mismo equipo de la ONU que investiga la aparición de los aviones asiste a un hecho aún más desconcertante. En pleno desierto, a miles de kilómetros de cualquier masa de agua navegable aparece un buque mercante encallado en la arena.
Dharamsala, India. Aún desconcertados, los investigadores se encuentran con todo un pueblo cantando al cielo durante horas y horas la misma melodía. Todos ellos no dudan en afirmar que esa música procede "de arriba".
Este emocionante comienzo es el de Encuentros en la tercera fase, película que Steven Spielberg dirigió en 1977, en una de las primeras películas que se encargó de dirigir, poco después de El diablo sobre ruedas, y Tiburón.
Posiblemente ésta sea una de las mejores (si no la mejor) películas de ciencia ficción -entendiendo la ciencia ficción como lo que es, ficción científica, y no fantasía y aventuras- que se haya hecho en la historia del cine. Una película donde no hay buenos contra malos, persecuciones absurdas, explosiones ni rayos láser, sino que plantean una historia scifi desde una perspectiva muy interesante.
Todo empieza con una serie de acontecimientos aparentemente inconexos a lo largo del mundo. Apariciones incomprensibles siembran el desconcierto entre un equipo de expertos que están a la búsqueda de algo desconocido e inexplicable. Los avistamientos se multiplican hasta que se hace imposible ocultarlos a la población. Luces, objetos voladores no identificados, apagones e interferencias con la actividad humana ponen bajo aviso a los investigadores.
La interferencia llega hasta el punto de abducir a personas, e inducir pensamientos comunes en personas que no se conocen. Esas personas empiezan a tener visiones, el convencimiento de que hay un sitio que de alguna forma conocen pero no se explican el por qué. Tanto es así que Roy, un honrado padre de familia, empieza a sufrir la obsesión por encontrar una respuesta, hasta el punto de caer en un estado de semilocura a causa del cual es abandonado por su mujer e hijos, mientras intenta descifrar el mensaje que se oculta tras sus visiones.
Poco a poco se descubre que estos visitantes del exterior están intentando contactar con la raza humana. Para ello envían mensajes cifrados que resultan ser las coordenadas de un posible punto de encuentro, un encuentro en la tercera fase. Este lugar es la torre del diablo, que por cierto en la película está mal situado.
Pese a los intentos gubernamentales de ocultar este acontecimiento sin igual en la historia, Roy y Ronnie logran alcanzar el lugar en busca de respuestas a sus preguntas.
Allí se encuentran con algo impresionante. Todo un espaciopuerto montado para recibir a unos invitados muy particulares, que no tardan en aparecer para explorar el terreno.
Pero pronto todos -investigadores y escurridizos ciudadanos- descubren que sus expectativas se habían quedado muy cortas. De forma majestuosa aparece la madre nodriza, la causa de todos los fenómenos inexplicables: abducciones, aviones y barcos en el desierto, melodías extrañas... Todas las respuestas se plantan ante la atónita mirada de los espectadores.
Para acabar la película se produce la mejor escena de scifi jamás rodada en la historia del cine, el encuentro entre dos civilizaciones inteligentes planteada de una forma muy acertada, porque pese a ser pura ficción, todo parece perfectamente posible.
Así que ya sabéis, una película a descubrir para los que no la hayan visto, y aquellos que ya la hayan visto pueden repetir la experiencia. Siempre vale la pena.
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