Al final de su carrera dejaba atrás otros 37 títulos nacionales, una copa del mundo en la disciplina de eslalon, y sobre todo una hija, Blanca, que sería medalla de bronce muchos años más tarde en Albertville 1992, cerrando así el ciclo de una familia irrepetible, nacida bajo la umbría de los Siete Picos y entregada a la nieve desde entonces.
Fue todo un pionero en una época en la que los esquís eran poco más que unos trozos de plástico, y la carencia de tecnología se suplía con creces con técnica y fuerza. Que descanse en paz, en algún pico nevado de la sierra del Guadarrama.
1 comentario:
Descanse en paz.
Es un ejemplo para todos.
Por cierto, Blanca no es su hija, sino su hermana pequeña.
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