Ellos le sonrieron con incomprensión educada y nerviosa.
-Mirad -dijo, frotándose la frente-. Toda esa gente que está en los campos, con los búfalos de agua... Si hicierais una revolución todo les iría mejor, ¿verdad?
-Claro -dijo Mariposa-. Ya no estarían sometidos a los vaivenes crueles y caprichosos de la Ciudad Prohibida.
-Vaya, eso está bien -dijo Rincewind-. Así que vendrían a estar a cargo de sí mismos, ¿verdad?
-Pues claro -dijo Flor de Loto.
-Por medio del Comité del Pueblo -dijo Mariposa.
Rincewind se llevó las manos a la cabeza.
-Os lo juro -dijo-. No sé por qué, pero acabo de tener el vislumbre de una premonición.
Los presentes parecieron impresionados.
-De repente tengo la sensación -continuó- de que no habrá mucha gente de los que sujetan búfalos de agua en el Comité del Pueblo. De hecho... hay una especie de... voz que me dice que gran parte del Comité del Pueblo, corregidme si me equivoco, está ahora mismo delante de mí.
- Al principio, por supuesto -dijo Mariposa-. Los campesinos ni siquiera saben leer y escribir.
-Sospecho que ni siquiera saben ser granjeros como es debido -dijo Rincewind en tono lúgubre-. Por mucho que lleven tres o cuatro mil años haciéndolo.
-Ciertamente creemos que se pueden llevar a cabo muchas mejoras, sí -dijo Mariposa-. Si actuamos de forma colectiva.
-Apuesto a que estarán contentos de verdad cuando se las enseñéis -dijo Rincewind.
Se quedó mirando el suelo con expresión sombría.
[...]
Lo mejor que se puede hacer con los campesinos es dejarlos en paz. Dejarlos que vayan a la suya. Cuando la gente que sabe leer y escribir empieza a luchar en nombre de gente que no sabe, uno acaba teniendo solo otra clase de estupidez. Si queréis ayudarlos, construid una biblioteca bien grande o algo parecido en alguna parte y dejad la puerta abierta.
Las novelas protagonizadas por Rincewind siempre me parecieron las mejores de Mundodisco. Tan buen tipo como mago incompetente, siempre fue un hombre práctico. Y es que alguien que sabe que el peligro de las caídas no reside en la propia caída, sino en el suelo, es que sabe lo que dice.