lunes, 13 de marzo de 2006

Apocalypse Snow

Hay un pequeño país perdido entre las montañas donde se pueden encontrar cimas y valles como en ninguna otra parte. A ese lugar se encaminaba el Comando Pollo en busca de sensaciones fuertes.

Tras numerosos avatares y un duro viaje, por fin se alcanzó la meta. La cosa prometía. Y es que el asomarse y encontrarse con estas vistas provoca fuertes chutes de adrenalina.



Metro tras metro, derrape tras derrape, vertiginosos paisajes se sucedían en una infinita sucesión de clichés como los que se pueden ver desde el pico del Cubil.



Bajando el Coll Blanc se podía divisar la parte francesa de Porté Puymorens. Fuertes pendientes sobre acantilados para sensaciones inigualables.



Debajo de los picos dominantes también se podían encontrar enormes desiertos de nieve. Blanco intenso que abrasa las retinas que se atreven a ir desprotegidas.



Buscando los rincones escondidos encontrábamos pinos solitarios en la zona del Llano de las Piedras, síntoma de que la expedición perdía altura...



... hasta alcanzar los bosques de pinos. Deslizarse entre sus ramas mezcla la euforia desbordante, el silencio majestuoso, y el viento que silba en una zona mágica.



En un continuo sube-y-baja, las cimas nos recuerdan quienes son las que mandan allí. Dos mil quinientos metros de roca cayendo con aplomo hasta el valle no se ignoran así como así.



Pero los bosques de Pessons siempre están allí para ofrecer cobijo.



El viento es realmente helador y moldea el terreno a su antojo dejando su impronta en las formas torturadas que nos presenta la nieve helada.



No todo son crestas y acantilados. La montaña se viste con su falda blanca de curvas redondeadas y aspecto esponjoso. Un deleite.



Bosques y planicies blancas se suceden unas a otras sin parar. La zona de Montmalús invita a visitarla y contemplar el circo de Colells.



Desde arriba se tiene una perspectiva muy diferente del panorama que nos rodea. Las copas de los árboles están debajo de nuestras suelas...



...y nos invitan a pasar entre sus troncos cuando bajamos de la Llosada.



Los valles que alcanzamos a adivinar desde Enradort son increíbles. Pero esta vez no será. Ahora bajamos hasta el lago de Cubil.



El Comando Pollo no se cansa de maravillarse con tanto monumento natural.



El monte Pedrús observa desde lo lejos. Los aludes en sus laderas son el claro síntoma de las importantes nevadas que han caído hace pocas horas.



Muy por encima del camino de Pessons, la tentación de salirse de las rutas trazadas es demasiado fuerte. Aquí solamente quedan la destreza del esquiador, el silencio absoluto, la incertidumbre, el paisaje.



A la sombra del pico de Espiolets, nos encontramos una pendiente abrupta. El cansancio del día hace más difícil bajarla, pero el premio merece la pena.



En cambio, la naturaleza nos recuerda que estamos en su dominio, del cual ella es la dueña absoluta.



Saca la pala, que aquí hay mucho trabajo por hacer...



El viaje de regreso nos deja estampas preciosas, bosques de pinos doblados bajo el peso de la nieve.





Al doblar cualquier curva te puedes sorprender con muestras del románico. Piedra vieja bajo nieve nueva, así desde hace siglos.



Los Tres Mosqueteros presentan armas.





Hasta el año que viene. De eso podéis estar seguros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nieve para dar y tomar. Diox, pero qué envidiaaa!!!

Fran Rondón dijo...

Eres un mamonazo, y lo sabes ;@@@