¿Quién le iba a decir a
Aníbal tras cruzar los Alpes a lomos de sus elefantes, que dos mil años después la gente imitaría a diario tan titánica tarea, y además sin ánimos de conquistar imperios sino con el lúdico propósito de deslizarse ladera abajo por las montañas? Gajes del oficio.
Si nuestro general cartaginés hubiese nacido en estos tiempos, se encontraría sobre unos esquís en lugar de sobre unos elefantes, y en lugar de romperse los cuernos buscando un paso para alcanzar la llanura del Po, estaría disfrutando de una agradable estancia en la
Saboya francesa, inmerso en la inmensidad de
los 3 Valles junto al parque nacional de
la Vanoise.
El dominio de
los 3 Valles comprende tres valles (¡ja!): el valle de Saint-Bon-Tarentaise con los núcleos de
Courchevel y
La Tania, el valle des Allues donde se sitúan los pueblos de
Brides-les-Bains,
Méribel y Mottaret, y finalmente el valle des Belleville con
Saint Martin de Belleville,
Les Menuires, y la estación más alta de Europa,
Val Thorens, que preside el conjunto desde su base de 2300 metros sobre el nivel del mar y sube más allá de los 3200 metros. Realmente lo de los tres valles es una verdad a medias, pues hace relativamente poco tiempo (a mediados de la década de los 90) se añadió a Val Thorens un pequeño sector que pertenece al valle de la
Maurienne que incluye el pequeño núcleo de
Orelle, que desde algo más de 800 metros se enlaza con el resto del inmenso dominio con una telecabina que salva el desnivel existente entre los 880 hasta los 2300 metros de un tirón. Así que formalmente toda esta extensión debería llamarse
los 4 Valles, pero se quedó con el nombre establecido en 1973, no fuese que
sus vecinos suizos se enfadaran, además de que los suizos
la tienen más pequeña, no en vano los 3 Valles es el dominio esquiable más grande del mundo ya que cuenta con 600 kilómetros de pistas esquiables totalmente enlazadas.
Desde Mottaret, estando en el centro del dominio, uno puede avistar panoramas impresionantes.
Mottaret, encajonado al pie de la cima de Saulire
Encajonado entre las cimas de La Loze, Dent de Burgin y Saulire por un lado, y las cimas de Mont de la Chambre, Roc des 3 Marches, Mont de la Challe, Tougnette, Cherferie y Roc de Fer por el otro lado, el valle des Allues con su gran cantidad de pueblecitos se configura como un sitio muy encajonado, bastante arbolado, con construcciones que encajan perfectamente con el entorno.
Abetos y alerces, seña de identidad de la estación
Pequeñas construcciones de madera hacen de Méribel y Mottaret, sus dos pueblos principales, unos sitios preciosos en los que apetece perderse entre sus calles, ya sea a pie o esquiando si el manto nivoso lo permite lo cual no ocurre siempre puesto que Méribel está "solamente" a 1400 metros de altura.
Chozas de protección oficial
Mucho más abajo está Bride-les-Bains que con sus 600 metros es la puerta de entrada al valle des Allues. En el extremo opuesto encontramos el majestuoso Mont Vallon, que cierra el conjunto y ofrece unas vistas únicas sobre todo el entorno que preside desde sus casi 3000 metros de altura.
El Mont Vallon domina todo el valle de Méribel
A destacar que en el valle des Allues se encuentra un pequeño espacio protegido aparte del parque nacional de la Vanoise, y se trata de la reserva natural Plan de Tuéda, un precioso lugar entre bosques que esconden el lago de Tuéda que da nombre a la reserva natural, y que en invierno permanece varios meses congelado. Las vistas de este lugar son impresionantes cuando uno baja del Mont Vallon y atraviesa la zona de Plan des Mains en dirección a Mottaret.
Bajo el Mont Vallon tenemos la zona de Plan des Mains, que da paso un poco más abajo a la reserva natural de Tuéda
Como anécdota deportiva, decir que en este lugar, en la pista de La Face que baja desde el Roc de Fer, ganó
Blanca Fernández Ochoa su medalla de bronce en la disciplina de eslalon gigante en los juegos olímpicos de
Albertville 1992.
Al fondo, el estadio de eslalon
Aquí cuando nieva, nieva de verdad
Si uno se anima a cruzar por encima de la cima de Saulire se encontrará con el valle de Saint-Bon-Tarentaise. Aunque este pueblecito sito a 1100 metros da nombre al valle, el más representativo sin duda es Courchevel. Limitado en su lado norte por el parque de la Vanoise y el valle des Avals, Courchevel está dominado por el impresionante pico Aiguille du Fruit, que sobrepasa los 3000 metros de altura. Más abajo podemos ir encontrando pequeños núcleos urbanos hasta llegar al más bajo, La Tania con sus 1400 metros. En estos casi 1600 metros de desnivel encontramos una estación muy bonita, tan arbolada casi que Méribel, y que cuida con mimo la integración de las construcciones con el entorno.
En Courchevel bajo la sombra de la cima de Saulire
Sobre la estación en si, decir Courchevel es decir glamour, pijerío y ricachones. Se nota en sus calles pobladas de cochazos y chalets de lujo para carteras que se lo pueden permitir.
Impresionantes vistas sobre la zona de Prameruel
Si en cambio estando en Méribel, nos animamos a cruzar la cadena montañosa delimitada por el Mont de la Chambre tendremos acceso a las estaciones del valle des Belleville, y especialmente Val Thorens que representa el lado más salvaje de los 3 Valles.
La subida por el funicular quita el hipo, con casi mil metros de desnivel de un salto
En este lugar cambiamos las laderas arboladas por un paisaje mucho más lunar, escarpado, rocoso y agreste. La altura se nota, y pasar la barrera de los dos mil metros tiene un precio. Muy poca vegetación puede sobrevivir a los vientos y las temperaturas que se encuentran en estas cimas mucho más expuestas a las borrascas alpinas, que barren con nieve y fuertes vientos la multitud de picos que sobrepasan con mucha facilidad los tres mil metros y que encierran a Val Thorens en un circo glaciar de roca y hielo.
Desde la cima de Caron ya se intuye la impresionante bajada que le espera a uno
En un lugar así donde cada cima alberga un glaciar, elegir un sitio especial es difícil, pero en este caso el lugar de visita obligada recae en la Cima de Caron. Por su situación en el valle y por su altura (3200 metros) se trata de un sitio privilegiado para abarcar gran parte de los Alpes circundantes. Desde allí se domina todo el valle, alcanzando a ver sin problema la lejana población de Saint Martin de Belleville (1400 m.), Les Menuires, Méribel, y mirando más allá uno puede ver las cimas más importantes de la región, incluyendo las estaciones de la región de la Tarentaise como
Tignes y
Les Arcs, e incluso el
Mont Blanc (nota: ¡fue ascendido por primera vez en 1786, ni más ni menos!).
Vistas sobre Val Thorens y todas las pistas que bajan al pueblo
Vistas desde la cima de Caron
Más vistas desde Caron
Val Thorens presenta un paisaje muy hostil, dominado por los glaciares, que están en evidente retroceso. Podemos encontrar el glaciar de Peclet (3101 m.), el de Chavière (3133 m.) y el de Thorens (3266 metros).
Resulta espectacular esquiar cerca del glaciar de Chavière y ver la pequeña morrena glaciar que cuelga del circo rocoso -una roca negra y áspera- rodeado del brillante hielo glaciar azul. Es una lástima que a esto le quede muy poco tiempo, ya que los glaciares de la región se reducen año a año debido a la innivación por debajo de la media de las últimas décadas.
Circo glaciar de Chavière
En el lado de Orelle nos encontramos con los impresionantes glaciares de Bouchet y el de Pointe Renaud, que aunque no son esquiables oficialmente, existe un acceso desde la parte esquiable más alta del dominio (3230 metros) en un impresionante itinerario fuera de pistas (a tu cuenta y riesgo, por supuesto).
Vista de la Aiguille de Peclet (izquierda) y del glaciar de Bouchet (derecha)
En las siguientes fotos se puede apreciar el sector del valle de Orelle, con su glaciar de Bouchet y el valle en el que desemboca. Decir que en Orelle se encuentra la parte más alta esquiable del dominio y que es una delicia deslizarse en este lugar, que tiene una clara vocación
freeride. Es impresionante ver cómo los lugareños, que se conocen el sitio como la palma de su mano, esperan a los días posteriores a una gran nevada para lanzarse por todos los sitios. Ya sea una loma virgen o un pasillo rocoso en una pendiente escarpada, no dejan un espacio de nieve virgen sin trazar, en una especie de frenesí esquiador.
Vista panorámica de Orelle, con el techo del dominio a 3230 metros
Entrada a la zona del glaciar de Bouchet en esquí fuera de pistas
La altura de la estación hace que la calidad de la nieve sea excepcional. La nieve recién caída de la noche anterior se siente como nata fresca bajo los esquís y su crujido es como música para los oídos.
Los cuchillos cortan la nata fresca
El problema es que a veces tanta nieve tan fresca se acumula en lugares con fuerte inclinación. Como ejemplo, esta bajadita desde la brecha de Rosaël convertida en un auténtico infierno. ¡No hay dolor!
Bajada por la Combe de Rosaël
El truco está en salirse un poco de la pista, donde uno encontrará nieve fresca mucho más uniforme esperando ser esquiada. Dejarse caer por aquí es una gozada.
Nieve recién caída, un placer para disfrutar en contadas ocasiones
Pero todo lo bueno se acaba. Méribel nos despide con un atardecer sin nubes que se recorta sobre la cima de Roc de Fer.
Estadio de eslalon en Méribel
Para acabar, una siniestra formación de piedra que responde al no menos inquietante nombre de Dent de Burgin, que se eleva desafiante sobre Méribel, y que permanece iluminada algunas noches.
Dent de Burgin, 2739 metros.
Como digo siempre cada vez que tengo la suerte de visitar un lugar así de único, espero volver muy pronto. Que así sea.