jueves, 27 de octubre de 2005
Le Baiser de l'Hôtel de Ville, Paris (1950)
Hay fotografías que son para siempre, y el beso de París es una de ellas. En la foto capturada por Robert Doisneau en el año 1950, puede verse a Françoise Bornet y a Jacques Carteaud besarse apasionadamente en las calles de la ciudad-luz. Un icono de la segunda mitad del siglo XX que quedó en el subconsciente colectivo y aún hoy puede verse expuesto en algunos locales.
miércoles, 26 de octubre de 2005
Pregúntame lo que quieras que yo te responderé lo que me da la gana
Ahora resulta que "los ciudadanos europeos seguimos experimentando malestar con el euro" porque no tenemos billetes de 1 y 2 euros, cosa que algunos iluminados pretenden remediar. Por supuesto, el subidón de los precios que nos han clavado desde entonces no tiene nada que ver con dicho malestar. Como siempre, esta gente arreglando lo que no está roto pero el resto ni tocarlo. Nos merecemos todo lo malo que nos pase.
domingo, 23 de octubre de 2005
Paysages (III)
El otoño tiene estas cosas.
Colores. Rojos y verdes.
Árboles despojados de sus hojas.
Caminos que invitan a ser recorridos.
Hojas que crujen bajo las pisadas.
Una alfombra roja para todo el mundo.
Los pasos andados quedan atrás.
El camino sigue y sigue.
Aún queda verde por admirar.
La niebla se filtra entre las ramas de los tejos.
La lluvia reciente deja sus perlas colgando de las ramas.
Verde húmedo.
La lluvia repiquetea sobre los cristales.
Una paleta de colores con la que pintar un paisaje.
Las nubes bajas anuncian agua de nuevo.
Mientras los árboles amarillean, el musgo vuelve a la vida.
Manchas rojas, verdes, marrones y amarillas en la ladera. La niebla gris envuelve los colores.
Rojo.
¿Adónde lleva este camino?
Alfombra amarilla a los pies.
Un otoño más para el viejo monasterio.
El barro ensucia las hojas húmedas.
El musgo abriga al roble.
Un habitante silencioso del bosque, casi una sombra.
Un lugar a salvo.
El suave musgo.
Un nuevo otoño para los viejos y para los jóvenes.
Manto rojo para las hojas aún verdes.
Una hoja.
La piedra domina los jardines.
El árbol estornudó.
A éste le queda poco.
Hoja roja sobre musgo verde.
miércoles, 19 de octubre de 2005
¿Y sólo habéis venido para esto?
Tras una grata experiencia el año pasado, una expedición de frikis armados con cámaras fotográficas, pases de prensa by-the-face y mucho formol en el cerebro se aventuró a acercarse por esa zona conocida como Sitges allá por las orillas del Mediterráneo.
Como parece ser lo habitual, el festival se empeña en recibirnos una y otra vez con una copiosa lluvia, ya sea octubre o diciembre. Pero, inasequibles al desaliento y como buenos frikis dispuestos a dar la vara, los expedicionarios nos apuntamos a la primera sesión sin tener tiempo tan siquiera de aterrizar. Así que pertrechados con maletas y mochilas, directos al auditorio. ¿A qué? A ver La novia cadáver, claro, que hacían un pase precisamente la noche en que llegábamos a invadir el pueblo. ¿Aún no tenemos los pases de prensa? ¿No hay forma de conseguir entradas? No hay problema.
A propósito, un par de cosillas. Estaría más que bien que el festival cuidara bastante más la organización, ya que no es de recibo tener la programación oficial con tan poca antelación; con apenas tres semanas se antoja escaso para programar una estancia por la zona. En segundo lugar, Sitges se merece un auditorio mejor que este, que deja bastante que desear cuando se compara con otras salas comerciales que uno puede encontrarse por ahí... Menos butacas desperdigadas por los laterales hasta el infinito y más allá (¡no vamos al cine a sacar un córner!) y el anfiteatro con un par de grados más de inclinación (¡quita ese cabezón de delante!) se hacen muy necesarios para que la sala esté a la altura de un cine aceptable.
Lluvia y encontronazos aparte, para aplacar los ánimos de la gente que se estaba cagando en la puta madre de la organización por la lluvia que amenizaba la espera provocada por la inmensa cola y las puertas cerradas, apareció un Jack Skellington que no hizo sino aumentar el recuerdo de esa maravilla predecesora de la película que nos disponíamos a ver.
Sobre la película, qué decir. Tim Burton es un genio. Una historia con magia, humor negro. Pero he de decir que el recuerdo de Pesadilla antes de Navidad es posible que le pese algo a esta producción. Magnífica en cualquier caso y todo un must see en los tiempos de pobreza cinematográfica que corren.
Tras una noche algo infernal, con frío, lluvia, cansancio, peso en la espalda, todo cerrado y sin un miserable bocadillo que echarse a la boca, amaneció un día mucho más benigno.
Libres de mochilas pesadas y estómagos vacíos, proseguimos con la invasión. Pero antes había que conseguir las armas pesadas: acreditaciones de prensa-cutre-B. La escena parecía un chiste: "Van uno de Barcelona, otro de Cádiz y otro de Madrid y entonces va uno y dice...". El diálogo de besugos que tuvimos la ocasión de vivir fue antológico, y más o menos así (con las oportunas dramatizaciones):
Dejando de lado escenas tan absurdas, seguimos con el festival. Por la mañana ponían Final Fantasy VII: Advent Children. Una película espectacular donde los chicos de Square demuestran que no solamente hacen videojuegos estupendos, sino que además rizan el rizo en la pantalla grande. Dejando de lado el inexistente guión, tenemos una pequeña maravilla técnica de animación que hace presagiar que a medio plazo será difícil distinguir a una persona de una animación 3D y hasta se podrán sustituir actores por renders, cambio que en no pocos casos presentaría ventajas indiscutibles. Eso sí, para ver FF VII: Advent Children es bastante recomendable haber jugado al videojuego o al menos estar al tanto de la historia. Avisados estáis.
Aún bostezando salimos del auditorio para volver a entrar y disfrutar de una fantástica cola de espera para la siguiente sesión. Mientras esperábamos, confraternizábamos con los frikis que pululaban a su antojo sin bozal, collar ni placa identificativa de vacunación ("joder, cuando salió Sephirot yo estaba babeando")
Esta vez tocaba ver Election, de Johnny To. Una violenta historia de mafias en Hong Kong que se encuentran ante la disyuntiva de elegir a su nuevo líder. Por supuesto esto se saldará con unas cuantas voladuras de tapas de los sesos, cemento en los pies y bates de béisbol acariciando el cráneo, ¡que para eso somos mafiosos, y para eso somos chinos! Lo que nos gusta, oh sí mi tesoro. Violencia aparte, una película más que interesante y de lo mejor dentro de lo poco que pudimos ver durante el breve-pero-intenso fin de semana.
El caso es que uno es friki pero con límites, y al parecer el tal Johnny To debe ser bastante conocidillo en este mundillo, dato que desconocía. Un ejemplo de todo esto es que un tipo que responde al nombre de Cuenting Tarantino -hablando de violencia y tiros entre ceja y ceja- decidió que ya era hora de llamar algo la atención y, asomándose por detrás de su colosal barriga, pudimos ver cómo se encaramaba al escenario para postrarse ante los pinreles del director chino.
Tras esta maratón en el auditorio tocaba cambio de aires, y nos encontramos en el Casino Prado viendo el segundo pase de cortos de animación. El hilo conductor de la mayoría de ellos era la soledad y el aislamiento de la persona en esta sociedad. Dentro de los cortos había productos de todo tipo: animación tradicional, animación con plastilina e infografía, lo cual conformaba un abanico bastante interesante de técnicas para recrear estas breves historias. Pudimos ver los siguientes:
- Signes de vie
- Nebenan (Next door)
- 9, de un tal Shane Acker.
- Chahut
- Crocodile journals
- Das cabinet des doctor K
- Esfera
- Fallen art
- Karaoke
- Incommunicado
- Kutoja (The last knit)
- La leyenda del espantapájaros
- Life in transition
- Une histoire vertébrale
Algunos eran bastante buenos, otros una basura (especialmente Das cabinet... y Esfera). Si he de quedarme con algunos, citaría a 9, Incommunicado, Karaoke, Nebenan y Une histoire vertébrale. A saber si se podrán conseguir por la internete. Habrá que buscar...
Mientras tanto, por las calles del pueblo circulaban seres que responden al nombre de famosos. Algunos lo eran de veras, como Balagueró o Álex de la Iglesia. Al parecer también estuvo Jodie Foster en el festival presentando su último producto para la taquilla. Pero sinceramente, ¿a quien le interesa ver a Jodie Foster? En cambio otros tipejos se arrastran por la noche para que nadie les reconozca. Ese es el caso de Loquillo el troglodita.
Tras semejante susto ya nada nos podía amedrentar, así que después de los cortos nos dirigimos a ver El exorcismo de Emily Rose. La historia es bien sencilla como sospecharán los avezados lectores de este blog. Para los menos avezados, allá va una breve sinopsis. La película recrea la historia de Emily Rose, basada en los hechos reales de la vida de una chica conocida como Anneliese Michel. Pues resulta que unos demonios cabroncetes quedan para jugar unas partidas al Twister. El problema es que el lugar de la cita es dentro de Emilia, que acaba siendo poseída (no es eso que pensáis, guarros). La pobre mujer, que no tiene ni voz ni voto, se estresa un montón porque se le han acabado las pastas de té para recibir a sus invitados como Dios manda. Mientras tanto, el cura que la atiende hace lo que puede y se come el marrón del juicio que le cae encima. Sustos, abogados y mal rollo demoníaco para la noche del sábado. Para los que se animen, pronto en sus cines.
A modo de anécdota, citar la pequeña representación teatral que nos brindaron antes de empezar la película, con una poseída (que a tenor de sus comentarios, quería serlo en todos los sentidos), un cura más parecido a Van Helsing, y un amago de diablo bastante cutrón.
Películas al margen, quería hacer una breve mención a las típicas animaciones que suelen amenizar las esperas en los cines del festival antes de que empiece la película de turno, y que permite dar rienda suelta al enfervorizado público para aplaudir, gritar, silbar y dar collejas a ese cabezón que te estorba la visión de la pantalla.
El domingo amanecía con un sol deslumbrante y la gente asaba su manteca en la playa mientras los de siempre insistíamos en aprovechar al máximo el tiempo viendo cosas bizarras.
Y hablando de cosas bizarras, allí estaba The Dark para poner el contrapunto chungo del fin de semana: sustos ambientados en Gales y un trasfondo casposillo de leyendas celtas o asimilables de muertos que vienen y van al mundo de los vivos como quien toma el metro. Poco hay que decir de esta producción salvo que es mala, rematadamente mala. Lo podréis comprobar pronto en las carteleras, pero no digáis luego que no ibais avisados. De todas formas al final la madre muere y la niña vive, mientras Sean Bean pone cara de ecléctico. No gritéis, que os he hecho un favor.
Lorenzo calentaba a base de bien cuando nos metimos de nuevo a una sesión doble de cine experimental. Dicho así en crudo, acojona, pero lo que pudimos ver bien valía la pena. En primer lugar, Room de Kyle Henry. La historia de una tipa al borde de la depresión que un día se le cruzan los cables, empieza a ver flashazos y se pira a Nueva York, poco más o menos. El final a lo 2001 nos dejó con cara de póker. La sesión doble se remataba con Haze, un mediometraje de Shinya Tsukamoto donde nos cuenta cómo un chino descubre que las soluciones habitacionales del gobierno son una mierda y se agobia un poco entre cuatro paredes de hormigón mondo lirondo. El hombre se quiere escapar del laberinto mortal -literalmente- donde está enclaustrado -literalmente- en un ambiente de pesadilla (sí, también literalmente). Quien haya visto Cube puede imaginarse por dónde van los tiros aunque lo que tenemos entre manos es aún más angustioso si cabe, pero menos elaborado. Una historia claustrofóbica muy bien contada con final desconcertante por el mismo precio (gratis, ¡ja!).
Finalmente para matar el tiempo que nos quedaba, nos metimos en el cuerpo un par de rondas de exposiciones. En el auditorio exponían una serie de bocetos del diseño de los personajes de La novia cadáver y que, bueno, está bien verlo por eso de la curiosidad y tal, pero no había nada nuevo bajo el sol.
En cambio, en la bizarra sala Brigadoon mostraban al público varios artículos relacionados con la saga Tiburón, que se me ha olvidado mencionar que era la película homenajeada en esta edición por cumplir su 30º aniversario. Desde entonces, mearse nadando cerca de la orilla del mar ya no ha vuelto a ser lo mismo.
Es sorprendente ver la de bocetos que había del story board para escenas que jamás se pudieron llevar a la pantalla debido a las limitaciones técnicas impuestas por la maqueta del escualo. Aunque hoy en día algún cabrón sin escrúpulos sería capaz de reeditar la saga entera y sustituyendo a Roy Scheider con algún niñato de cara bonita.
También no deja de sorprenderse uno ante tanto merchandising incluso para una película como ésta. Y no estamos hablando de muñecos de calidad como los que nos venden aprovechando las superproducciones de hoy en día. Hablamos de caspa de la buena, con vinilos de la banda sonora, llaveros, camisetas de dudosa calidad, envoltorios de golosinas, bolígrafos y juguetes de medio pelo que llenaban la exposición.
Así fue un año más, pues, en Sitges. Nos quedamos con la sensación de haber visto demasiado poco, y es que dos días no permiten mucho más. quedan en el tintero películas como La Moustache, o bien Hard Candy o El sabor de la sandía, los exponentes del nuevo cine oriental que de nuevo es el que ha destacado en Sitges y ha salvado al festival. Tampoco vimos porno-gore como en la pasada edición, pero no se puede tener todo. En cualquier caso... ¡Volveremos!
Nos vemos en 2006, con más formol que nunca.
Las palmeras bien, gracias. Y siguen sin tener cocos.
Como parece ser lo habitual, el festival se empeña en recibirnos una y otra vez con una copiosa lluvia, ya sea octubre o diciembre. Pero, inasequibles al desaliento y como buenos frikis dispuestos a dar la vara, los expedicionarios nos apuntamos a la primera sesión sin tener tiempo tan siquiera de aterrizar. Así que pertrechados con maletas y mochilas, directos al auditorio. ¿A qué? A ver La novia cadáver, claro, que hacían un pase precisamente la noche en que llegábamos a invadir el pueblo. ¿Aún no tenemos los pases de prensa? ¿No hay forma de conseguir entradas? No hay problema.
Los que se quedaron fuera de "La novia cadáver" mejor que no vean la hora y película para las cuales eran esta entrada. Se evitarán frustraciones y pataleos.
A propósito, un par de cosillas. Estaría más que bien que el festival cuidara bastante más la organización, ya que no es de recibo tener la programación oficial con tan poca antelación; con apenas tres semanas se antoja escaso para programar una estancia por la zona. En segundo lugar, Sitges se merece un auditorio mejor que este, que deja bastante que desear cuando se compara con otras salas comerciales que uno puede encontrarse por ahí... Menos butacas desperdigadas por los laterales hasta el infinito y más allá (¡no vamos al cine a sacar un córner!) y el anfiteatro con un par de grados más de inclinación (¡quita ese cabezón de delante!) se hacen muy necesarios para que la sala esté a la altura de un cine aceptable.
¿Qué tal se está de pie?
Lluvia y encontronazos aparte, para aplacar los ánimos de la gente que se estaba cagando en la puta madre de la organización por la lluvia que amenizaba la espera provocada por la inmensa cola y las puertas cerradas, apareció un Jack Skellington que no hizo sino aumentar el recuerdo de esa maravilla predecesora de la película que nos disponíamos a ver.
Te vas a tragar esa cámara con patatas, cortesía de tito Jack.
El reuma me está matando.
Sobre la película, qué decir. Tim Burton es un genio. Una historia con magia, humor negro. Pero he de decir que el recuerdo de Pesadilla antes de Navidad es posible que le pese algo a esta producción. Magnífica en cualquier caso y todo un must see en los tiempos de pobreza cinematográfica que corren.
Tras una noche algo infernal, con frío, lluvia, cansancio, peso en la espalda, todo cerrado y sin un miserable bocadillo que echarse a la boca, amaneció un día mucho más benigno.
Toma mamón, tu foto en Internet, y además gratis. Jódete.
Libres de mochilas pesadas y estómagos vacíos, proseguimos con la invasión. Pero antes había que conseguir las armas pesadas: acreditaciones de prensa-cutre-B. La escena parecía un chiste: "Van uno de Barcelona, otro de Cádiz y otro de Madrid y entonces va uno y dice...". El diálogo de besugos que tuvimos la ocasión de vivir fue antológico, y más o menos así (con las oportunas dramatizaciones):
[Encargado de prensa]: Así que venís de Radio televisión Estepona...
[Friki 1]: (Con acento del baix Ampurda) Pos claro, neng.
[Friki 2]: (Con acento de Chamberí) Sí, ejjj que somos de por ahí.
[Encargado de prensa]: .......
(y atención a la frase que sigue)
[Encargado de prensa]: ¿Y venís de tan lejos sólo para esto?
[Frikis, todos a una]: .......................... ¬¬¡
¿Qué tal llevamos la espera bajo la lluvia? Bien, ¿no?
La gente guay va por la entrada VIP.
Dejando de lado escenas tan absurdas, seguimos con el festival. Por la mañana ponían Final Fantasy VII: Advent Children. Una película espectacular donde los chicos de Square demuestran que no solamente hacen videojuegos estupendos, sino que además rizan el rizo en la pantalla grande. Dejando de lado el inexistente guión, tenemos una pequeña maravilla técnica de animación que hace presagiar que a medio plazo será difícil distinguir a una persona de una animación 3D y hasta se podrán sustituir actores por renders, cambio que en no pocos casos presentaría ventajas indiscutibles. Eso sí, para ver FF VII: Advent Children es bastante recomendable haber jugado al videojuego o al menos estar al tanto de la historia. Avisados estáis.
Aún bostezando salimos del auditorio para volver a entrar y disfrutar de una fantástica cola de espera para la siguiente sesión. Mientras esperábamos, confraternizábamos con los frikis que pululaban a su antojo sin bozal, collar ni placa identificativa de vacunación ("joder, cuando salió Sephirot yo estaba babeando")
Uno de esos ejemplares, que responde al nombre de Efialtes. Esta vez no buscaba Terrorvision.
La espera se hace más corta con la sugerente cartelera de Sitges. ¿Una raja de sandía?
Esta vez tocaba ver Election, de Johnny To. Una violenta historia de mafias en Hong Kong que se encuentran ante la disyuntiva de elegir a su nuevo líder. Por supuesto esto se saldará con unas cuantas voladuras de tapas de los sesos, cemento en los pies y bates de béisbol acariciando el cráneo, ¡que para eso somos mafiosos, y para eso somos chinos! Lo que nos gusta, oh sí mi tesoro. Violencia aparte, una película más que interesante y de lo mejor dentro de lo poco que pudimos ver durante el breve-pero-intenso fin de semana.
El caso es que uno es friki pero con límites, y al parecer el tal Johnny To debe ser bastante conocidillo en este mundillo, dato que desconocía. Un ejemplo de todo esto es que un tipo que responde al nombre de Cuenting Tarantino -hablando de violencia y tiros entre ceja y ceja- decidió que ya era hora de llamar algo la atención y, asomándose por detrás de su colosal barriga, pudimos ver cómo se encaramaba al escenario para postrarse ante los pinreles del director chino.
¿Puedo lamerle las pelotillas de los dedos, director-san?
Tras esta maratón en el auditorio tocaba cambio de aires, y nos encontramos en el Casino Prado viendo el segundo pase de cortos de animación. El hilo conductor de la mayoría de ellos era la soledad y el aislamiento de la persona en esta sociedad. Dentro de los cortos había productos de todo tipo: animación tradicional, animación con plastilina e infografía, lo cual conformaba un abanico bastante interesante de técnicas para recrear estas breves historias. Pudimos ver los siguientes:
- Signes de vie
- Nebenan (Next door)
- 9, de un tal Shane Acker.
- Chahut
- Crocodile journals
- Das cabinet des doctor K
- Esfera
- Fallen art
- Karaoke
- Incommunicado
- Kutoja (The last knit)
- La leyenda del espantapájaros
- Life in transition
- Une histoire vertébrale
Algunos eran bastante buenos, otros una basura (especialmente Das cabinet... y Esfera). Si he de quedarme con algunos, citaría a 9, Incommunicado, Karaoke, Nebenan y Une histoire vertébrale. A saber si se podrán conseguir por la internete. Habrá que buscar...
Karaoke: gótico vs. osito panda para ver quién canta mejor el último bodrio de O.T. En cualquier caso, mejor que esos garrulos.
Mientras tanto, por las calles del pueblo circulaban seres que responden al nombre de famosos. Algunos lo eran de veras, como Balagueró o Álex de la Iglesia. Al parecer también estuvo Jodie Foster en el festival presentando su último producto para la taquilla. Pero sinceramente, ¿a quien le interesa ver a Jodie Foster? En cambio otros tipejos se arrastran por la noche para que nadie les reconozca. Ese es el caso de Loquillo el troglodita.
¿¡Dónde están esos cabrones que se bajan música con el eMule, que les doy de ostias con mi tupé?!
Tras semejante susto ya nada nos podía amedrentar, así que después de los cortos nos dirigimos a ver El exorcismo de Emily Rose. La historia es bien sencilla como sospecharán los avezados lectores de este blog. Para los menos avezados, allá va una breve sinopsis. La película recrea la historia de Emily Rose, basada en los hechos reales de la vida de una chica conocida como Anneliese Michel. Pues resulta que unos demonios cabroncetes quedan para jugar unas partidas al Twister. El problema es que el lugar de la cita es dentro de Emilia, que acaba siendo poseída (no es eso que pensáis, guarros). La pobre mujer, que no tiene ni voz ni voto, se estresa un montón porque se le han acabado las pastas de té para recibir a sus invitados como Dios manda. Mientras tanto, el cura que la atiende hace lo que puede y se come el marrón del juicio que le cae encima. Sustos, abogados y mal rollo demoníaco para la noche del sábado. Para los que se animen, pronto en sus cines.
A modo de anécdota, citar la pequeña representación teatral que nos brindaron antes de empezar la película, con una poseída (que a tenor de sus comentarios, quería serlo en todos los sentidos), un cura más parecido a Van Helsing, y un amago de diablo bastante cutrón.
Con tanta posesión no gano para pijamas.
Películas al margen, quería hacer una breve mención a las típicas animaciones que suelen amenizar las esperas en los cines del festival antes de que empiece la película de turno, y que permite dar rienda suelta al enfervorizado público para aplaudir, gritar, silbar y dar collejas a ese cabezón que te estorba la visión de la pantalla.
King Kong dándole lo suyo a Tiburón. Esta mezcla daría una buena serie B casposa.
Alicia y su conejo.
El domingo amanecía con un sol deslumbrante y la gente asaba su manteca en la playa mientras los de siempre insistíamos en aprovechar al máximo el tiempo viendo cosas bizarras.
¿Por qué L'Oréal? Porque yo lo valgo.
Y hablando de cosas bizarras, allí estaba The Dark para poner el contrapunto chungo del fin de semana: sustos ambientados en Gales y un trasfondo casposillo de leyendas celtas o asimilables de muertos que vienen y van al mundo de los vivos como quien toma el metro. Poco hay que decir de esta producción salvo que es mala, rematadamente mala. Lo podréis comprobar pronto en las carteleras, pero no digáis luego que no ibais avisados. De todas formas al final la madre muere y la niña vive, mientras Sean Bean pone cara de ecléctico. No gritéis, que os he hecho un favor.
Lorenzo calentaba a base de bien cuando nos metimos de nuevo a una sesión doble de cine experimental. Dicho así en crudo, acojona, pero lo que pudimos ver bien valía la pena. En primer lugar, Room de Kyle Henry. La historia de una tipa al borde de la depresión que un día se le cruzan los cables, empieza a ver flashazos y se pira a Nueva York, poco más o menos. El final a lo 2001 nos dejó con cara de póker. La sesión doble se remataba con Haze, un mediometraje de Shinya Tsukamoto donde nos cuenta cómo un chino descubre que las soluciones habitacionales del gobierno son una mierda y se agobia un poco entre cuatro paredes de hormigón mondo lirondo. El hombre se quiere escapar del laberinto mortal -literalmente- donde está enclaustrado -literalmente- en un ambiente de pesadilla (sí, también literalmente). Quien haya visto Cube puede imaginarse por dónde van los tiros aunque lo que tenemos entre manos es aún más angustioso si cabe, pero menos elaborado. Una historia claustrofóbica muy bien contada con final desconcertante por el mismo precio (gratis, ¡ja!).
Finalmente para matar el tiempo que nos quedaba, nos metimos en el cuerpo un par de rondas de exposiciones. En el auditorio exponían una serie de bocetos del diseño de los personajes de La novia cadáver y que, bueno, está bien verlo por eso de la curiosidad y tal, pero no había nada nuevo bajo el sol.
En cambio, en la bizarra sala Brigadoon mostraban al público varios artículos relacionados con la saga Tiburón, que se me ha olvidado mencionar que era la película homenajeada en esta edición por cumplir su 30º aniversario. Desde entonces, mearse nadando cerca de la orilla del mar ya no ha vuelto a ser lo mismo.
Esto sí que hubiera sido gore: escuchar los crujidos de los huesos en Dolby Surround 5.1 con la sangre salpicando en "tiempo Matrix".
Es sorprendente ver la de bocetos que había del story board para escenas que jamás se pudieron llevar a la pantalla debido a las limitaciones técnicas impuestas por la maqueta del escualo. Aunque hoy en día algún cabrón sin escrúpulos sería capaz de reeditar la saga entera y sustituyendo a Roy Scheider con algún niñato de cara bonita.
Vinilos, muñecos, llaveros y envoltorios.
Hasta un juego para Atari ST. ¿Alguien se acuerda de él?
También no deja de sorprenderse uno ante tanto merchandising incluso para una película como ésta. Y no estamos hablando de muñecos de calidad como los que nos venden aprovechando las superproducciones de hoy en día. Hablamos de caspa de la buena, con vinilos de la banda sonora, llaveros, camisetas de dudosa calidad, envoltorios de golosinas, bolígrafos y juguetes de medio pelo que llenaban la exposición.
Mochila y peluche entrañable del asesino del mar.
Corbatas y camisetas (muy) cutres. Super shark. El paraíso de los adoradores del kitsch.
Ojo al disco de diapositivas y al vaso de plástico.
Un coche-tiburón. Sí, todo es posible en la sala Brigadoon.
¿Alguien recuerda esos bolígrafos con juegos de agua incorporados? Eso sí que era naïf.
Ser un nostálgico tiene sus límites. Estos límites para ser exactos.
Así fue un año más, pues, en Sitges. Nos quedamos con la sensación de haber visto demasiado poco, y es que dos días no permiten mucho más. quedan en el tintero películas como La Moustache, o bien Hard Candy o El sabor de la sandía, los exponentes del nuevo cine oriental que de nuevo es el que ha destacado en Sitges y ha salvado al festival. Tampoco vimos porno-gore como en la pasada edición, pero no se puede tener todo. En cualquier caso... ¡Volveremos!
Nos vemos en 2006, con más formol que nunca.
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