Unas vistas desde una casa rural cualquiera...
sábado, 12 de abril de 2008
Paz y tranquilidad
Unas vistas desde una casa rural cualquiera...
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jueves, 10 de abril de 2008
miércoles, 9 de abril de 2008
Día histórico
Hoy por primera vez en mi vida he visto que la gasolina 95 era la más barata de la estación de servicio. Más barata que la gasolina 98, que el diesel plus, y que el diesel normal. Ojo.
Esto quiere decir que ya no hay ventajas en comprar un coche diesel. Algunos dirán que sigue consumiendo menos, y es cierto. Pero teniendo en cuenta que un coche de gasolina cuesta bastante menos que un diesel, que el mantenimiento del diesel es más caro, y que contamina más, las ventajas se diluyen. Más aún si tenemos en cuenta los consumos cada vez más ajustados que están presentando los coches de gasolina, dotados de motores cada vez mejores, potentes y mucho más eficientes, con lo que su gasto de combustible está cayendo en picado.
La gasolina más barata que el diesel. Vivir para ver.
Esto quiere decir que ya no hay ventajas en comprar un coche diesel. Algunos dirán que sigue consumiendo menos, y es cierto. Pero teniendo en cuenta que un coche de gasolina cuesta bastante menos que un diesel, que el mantenimiento del diesel es más caro, y que contamina más, las ventajas se diluyen. Más aún si tenemos en cuenta los consumos cada vez más ajustados que están presentando los coches de gasolina, dotados de motores cada vez mejores, potentes y mucho más eficientes, con lo que su gasto de combustible está cayendo en picado.
La gasolina más barata que el diesel. Vivir para ver.
lunes, 7 de abril de 2008
Fin de ciclo
Es curioso que jamás haya escrito en este blog acerca de Los Simpsons, una de mis series fetiche y la que considero que ha sido LA serie de los años 90. También es una pena que lo haga ahora, dadas las circunstancias actuales de la serie.
Hasta que aparecieron estos amarillentos personajillos, las comedias de televisión se limitaban a ser sitcoms con gags más o menos acertados. Pero llegaron Los Simpsons para romper moldes. Con sus guiones ácidos y cargados de saña demostraron que unos dibujos animados no tenían que estar necesariamente dirigidos a un público infantil, y que podían competir en horario prime time con otros pesos pesados de la televisión. No sólo compitieron, sino que arrasaron. Además abrieron brecha para que otras series de corte similar -la brillantísima South Park y la divertida Padre de Familia por ejemplo- triunfaran en la parrilla televisiva. El éxito se mantuvo durante una década, exactamente la que va de 1990 al 2000, con diez temporadas que destilaban chispa y genio.
Pero con el tiempo acabó pasando lo que tenía que pasar. Las ideas se agotaron, los guiones se vinieron abajo, y Los Simpsons acabaron siendo una sitcom corriente y moliente, una más del montón como tantas otras tal que Friends que triunfaba por entonces. Las temporadas que siguieron eran cada vez peores, y la diversión se reducía a gags mediocres de Bart, Homer y compañía. La serie lleva desde entonces en una caída en barrena que la Fox no quiere detener, pues no en vano Los Simpsons siguen reportándole mucha pasta gansa pese a que sea un monstruo que se les ha ido de las manos.
Matt Groening, que de tonto no tiene un pelo, vio en seguida dónde estaba el filón y no tardó en sacar a la luz Futurama, un sucedáneo futurista de Los Simpsons que se ahorraba la chispa de los guiones en favor de unos gags más chocantes -incluyendo el sexo, un tema que usado con inteligencia siempre va a resultar- con unos personajes más o menos carismáticos como Bender. La jugada le salió redonda: los frikis la acogieron con los brazos abiertos pese a que siempre estuvo un nivel por debajo de su predecesora, pero es que para triunfar le era suficiente con unos chistes afortunados, el aval de Matt Groening, y poco más.
Con Futurama medio triunfando y dando pasta a espuertas, y con Los Simpsons en declive total pero reportando beneficios igualmente, llegamos al punto más lamentable del asunto, la película de Los Simpsons.
Tenía claro que la serie ya no tenía absolutamente nada que ofrecer, pero a estas alturas sacar una película era un ejercicio de absoluto mal gusto. Un guión lamentable, una historia intrascendente, un afán por mostrar a cuantos más personajes mejor, unos gags penosos para llorar y no parar, todo el metraje es un compendio de la basura total desde su primer segundo hasta el último. Y el colmo de lo patético, si es que se puede destacar algo en este desaguisado, es el chiste de Spider Cerdo. Creo que no se podía haber caído tan bajo.
Para los que hayan visto la película, todo se resume en su primera frase: para qué pagar por ver esto si se puede ver gratis. Y ni siquiera, puesto que la película no vale ni los céntimos que cuesta un DVD virgen. Que me devuelvan mi dinero.
Hasta que aparecieron estos amarillentos personajillos, las comedias de televisión se limitaban a ser sitcoms con gags más o menos acertados. Pero llegaron Los Simpsons para romper moldes. Con sus guiones ácidos y cargados de saña demostraron que unos dibujos animados no tenían que estar necesariamente dirigidos a un público infantil, y que podían competir en horario prime time con otros pesos pesados de la televisión. No sólo compitieron, sino que arrasaron. Además abrieron brecha para que otras series de corte similar -la brillantísima South Park y la divertida Padre de Familia por ejemplo- triunfaran en la parrilla televisiva. El éxito se mantuvo durante una década, exactamente la que va de 1990 al 2000, con diez temporadas que destilaban chispa y genio.
Pero con el tiempo acabó pasando lo que tenía que pasar. Las ideas se agotaron, los guiones se vinieron abajo, y Los Simpsons acabaron siendo una sitcom corriente y moliente, una más del montón como tantas otras tal que Friends que triunfaba por entonces. Las temporadas que siguieron eran cada vez peores, y la diversión se reducía a gags mediocres de Bart, Homer y compañía. La serie lleva desde entonces en una caída en barrena que la Fox no quiere detener, pues no en vano Los Simpsons siguen reportándole mucha pasta gansa pese a que sea un monstruo que se les ha ido de las manos.
Matt Groening, que de tonto no tiene un pelo, vio en seguida dónde estaba el filón y no tardó en sacar a la luz Futurama, un sucedáneo futurista de Los Simpsons que se ahorraba la chispa de los guiones en favor de unos gags más chocantes -incluyendo el sexo, un tema que usado con inteligencia siempre va a resultar- con unos personajes más o menos carismáticos como Bender. La jugada le salió redonda: los frikis la acogieron con los brazos abiertos pese a que siempre estuvo un nivel por debajo de su predecesora, pero es que para triunfar le era suficiente con unos chistes afortunados, el aval de Matt Groening, y poco más.
Con Futurama medio triunfando y dando pasta a espuertas, y con Los Simpsons en declive total pero reportando beneficios igualmente, llegamos al punto más lamentable del asunto, la película de Los Simpsons.
Tenía claro que la serie ya no tenía absolutamente nada que ofrecer, pero a estas alturas sacar una película era un ejercicio de absoluto mal gusto. Un guión lamentable, una historia intrascendente, un afán por mostrar a cuantos más personajes mejor, unos gags penosos para llorar y no parar, todo el metraje es un compendio de la basura total desde su primer segundo hasta el último. Y el colmo de lo patético, si es que se puede destacar algo en este desaguisado, es el chiste de Spider Cerdo. Creo que no se podía haber caído tan bajo.
Para los que hayan visto la película, todo se resume en su primera frase: para qué pagar por ver esto si se puede ver gratis. Y ni siquiera, puesto que la película no vale ni los céntimos que cuesta un DVD virgen. Que me devuelvan mi dinero.
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